¡Magníficat en Lisboa y Liège!
«Nuestra Señora de la Visitación, con tu inspiración,
esta JMJ será la celebración mutua del Cristo que llevamos, tal como tú lo hiciste.
Haz que sea una ocasión de testimonio y de compartir, de convivencia y acción de gracias, buscando Aquél que siempre espera».
Estas palabras, tomadas de la oración oficial de la JMJ, me acompañaron durante toda mi experiencia en la JMJ como parte de la delegación de la Misión de Jóvenes de Montreal. Ahora que he regresado, ¡puedo dar testimonio de ello! Fue tan intenso, vibrante, conmovedor y transformador que no pude enviarles noticias todos los días, preferí vivir el momento con los jóvenes de la delegación de la JMJ de Montreal y todos los demás peregrinos de los 4 rincones del mundo.
A partir de octubre de 2022, después de 5-6 reuniones de Zoom (reuniones de formación para preparar esta jornada), partimos el 30 de julio, con cerca de 65 peregrinos. De las 400 personas inscritas a través de la diócesis de Montreal, la mayoría (unas 335) ya habían partido para las “jornadas diocesanas” del Algarve y Portimao, en Portugal. Así que fuimos el último grupo en salir de Montreal.
¡No les sorprenderá que les diga que no dormí mucho en el avión! Me invadió la emoción y la ilusión de llegar por fin a Lisboa y comenzar esta peregrinación. Sí, digo peregrinación, porque eso es lo que entendí cuando lo viví, este no era un viaje sino una peregrinación. Por mi parte, puedo decir que ésta ha sido mi primera experiencia. ¡Fue realmente hermosa! Todos íbamos al encuentro de Cristo, todos caminábamos juntos y, sin embargo, en el corazón de cada uno de nosotros sucedían cosas diferentes, misteriosas, que forman parte del camino espiritual.
Lunes, 31 de julio
Después de una noche muy corta, aterrizamos en el aeropuerto a las 6:30 a.m. Fijamos un punto de encuentro con Anne, de la agencia de viajes. ¡Ella nos dio una calurosa bienvenida! A lo largo de la JMJ, Anne se hizo cargo de los principales preparativos de viaje, reservó autobuses y hoteles para las personas que se alojarían en Fátima. Así que a eso de las 8 de la mañana, ocho y media con todo nuestro equipaje, cogimos un autobús hacia Belas, a 45 minutos de Lisboa. Aquí fue donde nos hospedamos los próximos 8-9 días.
La llegada a Belas fue tranquila y paciente, ya que tuvimos que esperar la llegada de los otros autobuses llenos de peregrinos que venían de las diócesis donde acababan de pasar la semana anterior distribuyendo los kits. Hubo mucho trabajo logístico, ya que tuvimos que asegurarnos de que los 400 peregrinos tuvieran un lugar donde alojarse. El equipo de voluntarios que nos recibió era bastante joven y se fue adaptando sobre la marcha. Por último, gracias a su flexibilidad y comprensión, pudimos distribuir los kits de la JMJ a todas las personas encargadas de los grupos para que, a su vez, pudieran distribuirlos a sus peregrinos. ¿Qué era este kit? Una mochila con el logo de la JMJ y en su interior había una gorra, una botella de agua y un rosario de madera. Una vez distribuidos todos los kits y llevado el equipaje a los alojamientos (escuela, salón parroquial, salón comunitario y algunos peregrinos en familias de acogida), participamos en una misa al aire libre. Era precioso ver el atardecer sobre el campanario de esta iglesia de Belas. Cuando llegamos a la escuela, ni que decir que, después de una rápida ducha fría, mi colchón en el suelo y mi saco de dormir desenrollado, ¡me dormí enseguida!
Martes, 1 de agosto
Para los peregrinos de distintos países, el 1 de agosto fue el día de los encuentros nacionales. También tuvimos una reunión de canadienses. Un pequeño grupo de coordinadoras y coordinadores, dirigidos por Isabella y acompañados por Isabel y Holly (las responsables de la delegación), elaboraron un magnífico programa.
Danielle y Mario, una pareja muy comprometida con la diócesis de Montreal, asumió la animación en francés y en inglés. Hubo cantos de alabanza, momentos de reflexión sobre la Iglesia de hoy, oraciones dirigidas por nuestros obispos, dos jóvenes que dieron testimonio de su reciente compromiso matrimonial, danzas tradicionales de diferentes regiones de Canadá, una oración dirigida por la eparquía ucraniana, y una madre de origen indígena y su hija que compartieron con nosotros algunas danzas amerindias. Qué emoción fue para todos nosotros, las 3000-4000 personas que estábamos allí, entrar en la danza del círculo al son de los tambores amerindios… ¡vaya, esta reunión fue un verdadero éxito! Sentimos la unidad de la Iglesia de Canadá, la belleza de las distintas formas de expresar nuestra fe, la alegría de reconocernos cristianos.
Para algunos de nosotros, este memorable encuentro fue seguido de una reunión con el embajador de Canadá en Portugal. Una vez más, orgullo nacional, generosidad, diálogos profundos sobre la fe y la Iglesia de hoy con jóvenes de distintas partes de Canadá. Me sentí especialmente conmovida por los testimonios y el compartir que tuvimos con algunos de los empleados. Sentí que les atraía nuestra alegría y fervor.
Después de nuestra visita a la embajada, Isabel y yo fuimos a pasar un rato de adoración y descanso en una capilla donde estaban expuestas las reliquias de Santo Tomás de Aquino y Santa María Magdalena. Después de este «baño» de silencio, apacible y tonificante al mismo tiempo, nos dirigimos al parque Édouardo, llamado Collina del encuentro para la ocasión. Aquí se celebró la misa inaugural, presidida por el cardenal Manuel Clemente, patriarca de Lisboa. Después de varios intentos inútiles de reunirnos con nuestro grupo, Isabella y yo nos detuvimos junto a un grupo de peregrinos de Irlanda. ¡Qué gracia de Visitación! Ambas tuvimos encuentros de corazón a corazón con ellos y ellas. Por mi parte, al principio me sorprendió que me invitaran a hablar de lo que significa para mí la misericordia, ¡vaya! Eso es lo fascinante de estas JMJ, no hay conversaciones superficiales y podemos abrirnos los unos a los otros con toda confianza. Al comenzar la celebración de la Eucaristía, compartí mi pequeña radio con mi vecina irlandesa, Roisin, donde pudimos seguir la misa en inglés. Una alegría profunda, un sentimiento de comunión, sí, realmente todos somos hermanos y hermanas. Después de la misa de apertura, regresamos a Belas con el corazón contento y agradecido.
Miércoles, 2 de agosto
Todos los días, frente a la iglesia, un grupo de jóvenes voluntarios (de amarillo en la foto) servía el desayuno. También se alojaba cerca de allí un grupo de peregrinos franceses, así que, una vez más, esta fue una oportunidad para conocerse e intercambiar ideas. Ese día, después de un café rápido en el café de la plaza, Isabella y yo acordamos ir a visitar a nuestras hermanas en el quiosco de la CND en la Ciudad de la alegría de Belém. Pero antes, permítanme explicarles un poco la estructura de los días de la JMJ. Todos los días, los responsables de grupo hablaban con sus peregrinos sobre cómo querían organizar el horario. Siempre hay catequesis por la mañana (en francés, español o inglés) y por la tarde hay una gran cantidad de actividades: conciertos, obras de teatro, festival de la juventud, etc.
Volviendo al programa de hoy, llegamos a Belém y ¡nos sorprendió saber que el Papa estaría allí en media hora! Aunque estábamos muy lejos de él, qué sensación tan especial fue estar allí, verlo y sentir la alegría de la gente reunida en grupos a lo largo del camino para verlo pasar. Llenas de alegría por esta visita sorpresa, nos dirigimos al quiosco de la CND. ¡Magníficat!
La alegría de reunirse con el pequeño grupo de hermanas que ya estaban trabajando: Sofia, Motoko, Christa y Sophie. Me quedé con ellas para apoyarlas y darles la oportunidad de descansar un poco, porque el ritmo era una locura, ¡con jóvenes que iban y venían todo el tiempo! Me quede casi una hora en el quiosco con los jóvenes y las hermanas. Sentí la alegría de dar, de la presencia gratuita.
También fue una alegría vernos a todas movilizadas y acercándonos a estos jóvenes. Los momentos que más me gustaron fueron cuando querían un tatuaje adhesivo de la cruz de la CND. Mientras teníamos que esperar unos 10-15 segundos, con un paño húmedo bajo el tatuaje, aprovechábamos para recitar con ellos un Ave María, a veces en español, francés, inglés y japonés. ¡Magníficat!
Después de este tiempo, sentí la necesidad de ir a descansar unos momentos a la capilla de la adoración. Pude descansar ante el Señor, sintiendo aún el cansancio del cambio de hora y ¡de ese calor!… Después, me dirigí al parque del perdón para encontrarme con el Señor en el sacramento de la reconciliación. Qué maravilloso testimonio ver a los jóvenes tomarse el tiempo de vivir este encuentro con el Señor y a todos estos sacerdotes disponibles para escuchar.
Al final de la tarde, después de haber tenido el placer de saludar a nuestras hermanas Sue, Libby e Idalia que llegaban para hacer el relevo, Isabella y yo dejamos el quiosco para reunirnos con otros miembros del grupo de coordinadores. Nos dirigimos al festival de jóvenes organizado por el movimiento salesiano Don Bosco. ¡Vaya, qué energía, qué alegría! Fue maravilloso ver a los jóvenes implicados y comprometidos con la organización, los bailes y la animación. También fue muy agradable ver a las y los jóvenes de nuestro grupo conversar entre ellos temas profundos de fe. Otros filmaron videos para compartir noticias en las redes sociales con las personas que no pudieron asistir a la JMJ. Alrededor de las 9:00 p.m., subimos al tren para regresar a Belas. Agradecimos el descanso que tuvimos durante la noche, ¡aunque haya sido corto!
Jueves, 3 de agosto
Después de desayunar delante de la iglesia, nos dirigimos a la catequesis matinal, esta vez dirigida por monseñor Lépine. El tema: la amistad social. El arzobispo les habló a los jóvenes de una manera simple y natural, y por la expresión de sus caras sentí que el mensaje les llegó. Sobre todo, cuando nos preguntó, qué es lo que sentimos al salir de nuestra zona de confort… Siempre salimos ganando, nos dice, aunque nos cueste mucho: ¡vale la pena!
Después de este momento de reflexión siguió la misa.
Después de la misa, el equipo de la misión de jóvenes y yo nos tomamos un momento para repasar algunas cosas del programa, la importancia de mantenerse bien hidratados y de llevar un gorro en un clima de 36 grados, porque desgraciadamente algunos peregrinos se encontraban indispuestos por insolación.
Por la tarde, todos los grupos se dirigieron a la Collina del Encuentro para la ceremonia de bienvenida al papa Francisco. ¡Me es difícil expresar la maravillosa bendición que recibí! En el momento en que las 800 000 personas nos reunimos para escuchar las palabras del Papa, una de sus palabras me conmovió y me llegó al corazón. Sentí que el Señor, a través de la voz del Papa, me hablaba de manera personal. Era un mensaje dirigido a todo el mundo, pero también misteriosamente a cada uno de nosotros… De repente me sentí a solas con Cristo y, al momento siguiente, muy unida a toda la multitud. ¡El Papa nos recordó que todos y cada uno de nosotros tenemos un lugar en esta Iglesia! ¡Todos! ¡Todos! ¡Todos! ¡La alegría de la redención y la liberación!
Después de este momento de gran intensidad, fuimos a comer a un supermercado (¡con aire acondicionado!) repleto de peregrinos. De regreso a Belas, los coordinadores nos tomamos una copita de oporto para celebrar la alegría de estar juntos en Portugal 😊.
Viernes, 4 de agosto
La catequesis de la mañana trató sobre la misericordia. Debajo de los olivos, fue otro momento hermoso, poético y bello, y a la vez, lleno de humildad. Dos jóvenes aceptaron compartir el significado que le dan al sacramento de la reconciliación. Luego, el obispo de Gatineau, monseñor Damphousse, tomó la palabra para recordar la belleza de este sacramento y el sentido de la misericordia. Después, durante un tiempo de adoración, las personas que así lo desearan tuvieron la oportunidad de experimentar el sacramento de la reconciliación. Reinaba un silencio profundo y hermoso. Terminada la celebración de la Eucaristía, aprovechamos para dar las gracias a los voluntarios de Belas que nos habían acogido con tanto cariño y entusiasmo, ofreciéndoles algunos recuerdos «canadienses».
Después de una comida festiva en la que comimos platos portugueses preparados por nuestros queridos voluntarios, ¡yum, muito obrigada! Nos dirigimos al Vía Crucis. Una vez más, ¡qué momento más hermoso! Me tocó tanta creatividad: la idea de utilizar el escenario como plataforma para elevar la cruz hasta arriba antes de cada estación, la decisión de incluir testimonios alternados con la Palabra de Dios, puso la Palabra al día. Fue conmovedor escuchar a diferentes personas hablar de las cruces en sus vidas y de cómo la fe en la Resurrección les ha ayudado a levantarse de nuevo… Otra gracia de este Vía Crucis es que, al final, me reencontré con Sely, una joven que conocí en Honduras cuando fui en 2017 al Jardín Santa Margarita. Sely vive en España desde hace varios años y vino con un grupo de la diócesis de Granada. ¡Magníficat! La alegría de la Visitación y de la comunión de corazones. Les pido que recen por esta joven mientras discierne su llamada vocacional.
Después de despedirme, me reuní con mis hermanas de la CND para cenar antes de que se pusieran de nuevo en camino. De nuevo, la alegría del encuentro, ¡una Visitación que da vida y luz!
Sábado, 5 de agosto
A las 8:30 de la mañana, toda la delegación se dirigió al lugar de la vigilia para reservar puesto. Todos llevábamos mochilas, incluida una colchoneta y un saco de dormir, agua y crema solar. Ese día decidí que iba a vivir la experiencia de unirme a un grupo de peregrinos. Cuando me dirigía a los autobuses, me crucé con un grupo de la diócesis de Sherbrooke. Me acogieron con agrado entre ellos. ¡Qué alegría! Me emocionó la forma en que vivían esta nueva etapa de la peregrinación. Al separarnos, el responsable del grupo nos invitó a cada uno de nosotros a compartir una intención de oración para que juntos pudiéramos llevarlas a lo largo del día. Fue tan agradable sentir el apoyo de las oraciones de los demás. ¡Entonces, en marcha! Las calles y los trenes estaban abarrotados, y cada grupo tuvo que encontrar la manera de llegar al lugar: algunos caminaron durante 5 horas, otros tomaron el autobús, otros el tren. Tuvimos suerte de tener las banderas canadienses para orientarnos. Por el camino, no había que olvidar recoger nuestra bolsa de comida en los lugares designados. ¡Wow! ¡Qué buena organización! Tardamos alrededor de tres horas y media en llegar al lugar de la Vigilia, Campo de Graça. Una vez allí, instalamos las colchonetas, nos aplicamos crema solar, llenamos las botellas de agua y ¡añadimos electrolitos! A eso de las 4 de la tarde, el Papa llegó al Campo de Graça en medio de una gran emoción. Nuevos encuentros, ¡qué alegría!
La Vigilia comenzó… la orquesta comenzó a tocar, ¡magnífico! La música nos transportó. Entonces el sol se esconde y… el Santísimo Sacramento se eleva… La voz de la cantante Carminho ilumina este momento cuando se vuelve hacia Jesús en la Hostia y comienza a cantar: «Tú eres la estrella que guía mi corazón» https://www.youtube.com/watch?v=PlxyUClGGRQ&ab_channel=Lisboa2023, ¡un momento de gracia! Precioso, se me llenan los ojos de lágrimas. Él es verdaderamente Aquel a quien esperan nuestros corazones, Aquel a quien venimos a contemplar. El Papa reza nosotros… Silencio… Unidad de la Iglesia, comunión de corazones… Después de la vigilia, regresamos al lugar donde habíamos colocado nuestros colchones. Proyectan una película sobre migración y cambio climático, relevante e importante, pero al final el sueño pudo conmigo y me quedé dormida… Dos horas más tarde, me despierto para cubrirme más la cabeza porque sopla el viento, y escucho… nada, o mejor dicho sí, ¡silencio! la calma en esta multitud, ¡es realmente impresionante!
Domingo, 6 de agosto
¡Son las 6 de la mañana, sale el sol y el DJ Padre Guillermo nos despierta alegremente al ritmo de su música! https://www.youtube.com/watch?v=0nWLUOsFbPA&ab_channel=1RCFBelgique
Los jóvenes bailan al salir de sus sacos de dormir, se lavan los dientes, hacen cola para ir a los baños… Después de desayunar con lo que llevamos en las bolsas de comida, empezamos a recoger nuestras pertenencias para liberar el espacio para la misa. Justo antes del comienzo de la misa, recibí una Visitación matutina. Me encontré con Marie, ¡una joven que había vivido con nosotras en Vita-Joie en la Côte-Ste-Catherine! ¡Qué alegría! ¡La emoción del reencuentro, la gracia de encontrarnos en medio de esta inmensa multitud!
Después llegó el momento de la misa de envío, y una vez más quedamos maravillados por este mar de jóvenes en comunión unos con otros, con el Papa una vez más hablándonos al corazón. Al final de la misa, un momento muy esperado: el anuncio de la próxima JMJ, redoble de tambores… En Corea del Sur, ¡¡¡¡yey!!!! Pero el Papa también nos ha pedido que nos reunamos en 2025, para celebrar juntos el 40o aniversario de la JMJ en un encuentro en Roma. ¡Hemos sido enviados! ¡Rostros radiantes, corazones rebosantes! ¡Magníficat!
Decidimos quedarnos 1-2 horas más para que los grupos se fueran. Regresamos a Belas a las 9 de la noche. Regresamos juntos, nos detuvimos a comer en los restaurantes donde teníamos comidas gratis. Al llegar a Belas, ¡me dormí de nuevo en paz y con el corazón lleno de agradecimiento!
Lunes, 7 de agosto
¡Día libre! Cada grupo hizo su propio programa. Con el grupo de coordinadores, decidimos visitar un castillo cerca de Belas, luego dar un paseo por la pequeña ciudad de Sintra, ¡seguido de un corto viaje a la playa de Cascais! ¡Wow!
Martes, 8 de agosto
Misa por la mañana, a las siete y media, luego al aeropuerto para algunos y visita a Fátima para otros.
La visita a Fátima fue una «visita relámpago», pero qué gracia fue poder estar en este lugar santo. Me conmovió oír al guía contarnos la historia de los niños que habían visto a la Virgen. ¡Qué fe!
Otro momento hermoso para la delegación fue una misa internacional de acción de gracias por la JMJ en la Basílica de Fátima. El Evangelio se leyó en varios idiomas, y en su homilía el rector del santuario se dirigió a cada grupo de peregrinos en su propio idioma. Nos pusimos en camino de regreso alrededor de las cuatro y media de la tarde. Cuando llegamos a Belas después de cenar, hicimos las maletas para estar listos para la salida ¡a las 4 de la mañana del día siguiente!
Miércoles, 9 de agosto: Acompañé a la delegación al aeropuerto y luego cada uno siguió su camino. Mientras los veo alejarse, doy gracias al Señor por esta inolvidable experiencia de fraternidad universal. ¡Hasta luego Lisboa! ¡Magníficat! ¡Aleluya!
¡Sección adicional!
Después de Lisboa, cuando la delegación de la Misión de Jóvenes regresó a Montreal, yo me dirigí a Bélgica. ¡Tuve la suerte de ser recibida por Marie… y Sophie! ¡Magníficat! Del 9 al 12 de agosto, vivimos la alegría de la Visitación en casa de Marie, en nuestra sede de la CND en Liège. Marie nos acogió muy calurosamente. Ella me prestó su propia cama y durmió en la sala de estar en un colchón para que yo pudiera recuperarme bien después de mis 10 días de «camping» en la JMJ. ¡Qué detalle más atento! ¡Gracias Marie! Durante estos días, me maravilló conocer a las personas que viven con Marie en este hogar colectivo de Cornillon, donde vivió la mujer que comúnmente llamamos «santa Juliana de Cornillon». También me maravilló ver a Marie interactuando con todas estas personas, siempre muy atenta a escuchar a cada una de ellas y a lo que están viviendo. Maravillada también de escuchar a sus vecinos decir lo contentos que estaban de conocerla, de estar en comunidad con Marie. Sí, en este lugar existe un fuerte sentimiento de comunidad y de compartir. Marie está tan feliz, ¡es bonito verla así!
También me alegró conocer a Sabine, su fiel compañera en el Servicio Bíblico de la diócesis de Liège. Tuvimos un maravilloso paseo juntas, durante el cual tuve la alegría de ser tocada por Sabine, una mujer comprometida con su fe y con la educación de los jóvenes. Tocada también por lo que les motiva a las dos, personalmente y juntas, en este proyecto de liberación de la palabra, de crear una red de personas que puedan encontrarse y compartir juntas lo que la Palabra de Dios les hace vivir.
También me alegró pasear con Marie por las calles de Liège, conocerla e incluso caminar con ella hasta el palacio episcopal, donde tiene su oficina.
En fin, como Marie tenía reuniones ese día, nos puso en contacto con unas amigas, Cécile y Geneviève, que nos enseñaron Liège, el colegio de St-Jacques (donde un guía excelente nos contó muchas cosas sobre la ciudad y su historia) y el centro de la ciudad, donde saboreamos un delicioso helado. ¡Esta fue otra bella Visitación! Sophie y yo regresamos encantadas y felices de haber sido acompañadas por personas tan preciosas.
El 12 de octubre, Marie y yo dejamos a Sophie en la estación, desde donde partió hacia Lourdes para encontrarse con Dominique.
Por nuestro lado, Marie y yo nos reunimos por la tarde con sus padres, y juntos nos dirigimos a el pueblo donde viven.
¡Es absolutamente magnífico! Es un pueblo pequeño en el corazón de la campaña belga. ¡Pero lo más maravilloso fue el recibimiento cariñoso que me dieron sus padres! Me acogieron como a su hija, ¡y todavía hoy me siento muy emocionada!
Además, al día siguiente, Michèle había organizado, con la ayuda de Pierre, el párroco, una reunión-visita con un tal Luc, director de una compañía de teatro burlesco cristiano. ¡Sí! Es posible mezclar lo burlesco con la fe cristiana, ¡y está lleno de sentido y de vida!
Él y su esposa, acompañados por el cura cómplice, Pierre (que también forma parte de la compañía en ocasiones), vinieron a nuestro encuentro y cenaron con nosotros. Fue otra maravillosa oportunidad para visitarnos y compartir la riqueza de nuestras pasiones comunes, el teatro y la fe en Dios. Este encuentro sigue vivo en mí y me da la oportunidad de cultivar este importante aspecto de mi ser.
A mediodía del día 14, después de tantos días intensos, Marie y su padre me llevaron de regreso a la estación, donde pude coger el tren hacia el aeropuerto. Durante todo el trayecto en tren llevaba una sonrisa en el rostro al recordar aquellos días, tan plenos y tan hermosos. ¡Gracias, gracias, gracias!
¡Así que aquí están mis viajes por Lisboa y Bélgica!
¡Magníficat y gracias a la Comunidad por permitirme vivir estas experiencias tan llenas de vida! ¡Gracias a cada una de ustedes por su comunión en la oración! ¡Las quiero!