Nuevos comienzos
El aire limpio y fresco de enero invita a un comienzo nuevo, volver a empezar. El suelo cubierto con polvo de marfil. Cada huella deja constancia de mis pasos, un recuerdo del ayer que perdura hasta que es borrado por la nieve que cae y vuelve a centrar mi atención en el mañana.
Trabajar para una universidad me ayuda a recordar mi época de estudiante y la emoción de un nuevo semestre, un nuevo horario. ¿Qué nuevas clases nos esperan? ¿Cuándo tendré tiempo para almorzar? ¿Con qué amigos me encontraré? ¿Cómo serán los profesores? ¿Qué exámenes, tareas y laboratorios nos esperan? Lo nuevo emociona. Lo desconocido está lleno de posibilidades y destruye la monotonía de la familiaridad y la rutina aburrida.
Como profesora, un nuevo semestre ofrece oportunidades para reflexionar y transformar. ¿Qué podría hacer diferente en esta clase? ¿Qué no salió bien? ¿Qué actividad nueva me gustaría probar este semestre? Y aunque el contenido sea el mismo, los alumnos son diferentes. Los días festivos alteran el calendario lo suficiente como para que cambie el número de clases, el primer día es miércoles en lugar de viernes y tengo que rediseñar el orden de las tareas, las clases y los proyectos.
Este momento de intensa planificación es mi parte favorita del año, y sé que dará forma a la experiencia no solo para mis estudiantes, sino también para mí, mi asistente y el numeroso personal que apoya la clase. Este momento de organización es una responsabilidad sagrada, y me emociona tanto hacerlo como abrir un nuevo diario. Las posibilidades son infinitas, cada página en blanco ofrece un comienzo nuevo.
Creo que hay algo especial en la bienvenida comunitaria de un año nuevo. No solo es un comienzo nuevo para mí, sino que, como todas las personas que me rodean también empiezan de nuevo, estamos más unidas. La noción de misión comunitaria es, en gran medida, lo que me atrajo a la vida religiosa. Sentirme apoyada y apoyar a las personas que me rodean, unirnos todas en un esfuerzo común mayor y más grande. Reflexionamos juntas, imaginamos nuestro futuro juntas, y estamos unidas la una a la otra, caminamos juntas. En este nuevo año, aunque cada una tenemos nuestros propósitos y objetivos individuales para esta revolución particular alrededor del sol, me reconforta saber que orbitamos juntas: como CND, personas de fe, homo sapiens y motitas del cosmos, unidas como parte de muchos colectivos.