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«¿Qué significado tiene la Visitación en mi vida diaria?»

Para responder a esta pregunta, lo veo en primer lugar como en el misterio de la Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Isabel, uno de los misterios ligados al de la Encarnación. Cuando el ángel del Señor presenta el anuncio a María, el mismo ángel le comunica que su prima está encinta desde hace seis meses, en su edad avanzada. Estos dos grandes anuncios impulsaron a María a visitar a su prima de edad avanzada, con quien Dios también había mostrado su misericordia: es pues un encuentro de alegría y de compartir la buena noticia de Dios. Es también una oportunidad para que María se ponga a disposición de quien está necesitada, su prima Isabel. Además, para mí la Visitación puede significar la acción de visitar a alguien o una intervención que uno puede hacer a favor del prójimo. También puede ser una ayuda para alguien que con sus acciones, gestos y palabras refleja la presencia constante de Dios. En mi vida cotidiana, vivo el misterio de la Visitación en tres etapas:

  1. Ante todo, en mí misma. Vivo este misterio con Jesús, lo acojo diariamente en mi vida a través de mi oración, la lectio divina y la Eucaristía. Comparto esta alegría y esta paz con los demás poniéndome a disposición para acogerles y escucharlos mejor en un intercambio mutuo.
  2. Con mis hermanas, lo vivo sirviendo allí donde surge la necesidad sin necesidad de que me lo pidan, compartiendo la palabra de Dios, ofreciendo mi apoyo en las alegrías y en las penas.
  3. Exteriormente, lo vivo también dando testimonio de Dios en mi vida, cumpliendo mi compromiso de servicio a los demás, estando siempre atenta de los demás, escuchándolos y compartiendo sus alegrías y dificultades para presentárselas al Señor en mis humildes oraciones y cantar juntos las maravillas de Dios.