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Recuerdos/fragmentos de vida El trabajo de una liturgista

Sí, efectivamente, es un trabajo que implica varias etapas; permítanme explicarlo.

Primero, es necesario examinar los textos bíblicos de la celebración del día y sumergirnos en ellos para que los cantos que elijamos estén en armonía con el significado de la Palabra de Dios.

La elección de los himnos no se hace al azar. Los himnos deben adecuarse, en primer lugar, al tiempo litúrgico (Adviento, Cuaresma o Tiempo Ordinario…) y, en segundo lugar, al momento preciso de la celebración: por ejemplo, un himno de apertura entusiasta es poco adecuado para una acción de gracias en la que queremos favorecer la interioridad. Además, durante las celebraciones importantes, conviene tener en cuenta los cuatro idiomas oficiales de la CND, ya que en nuestras capillas rechazamos la exclusión… Los cantos se adaptan en la medida de lo posible a las habilidades de los presentes; de lo contrario, los numerosos CD reemplazan nuestras voces cansadas, y hay opciones para todos los gustos. Así que, en tiempo real, la persona que prepara los cantos para una celebración eucarística dedicará al menos treinta minutos.

En la preparación inmediata, los olvidos pueden causar problemas: es necesario que el sacerdote celebrante y la congregación tengan escrito el programa de la celebración, imprimir cada uno de los cantos, llevar los CD necesarios y, en ocasiones, dedicar unos minutos con la congregación para aprender los coros.

El acompañamiento de las canciones tampoco es casual y mucho menos mágico. Es necesario encontrar las partituras al menos de la melodía principal de los cantos; la persona que acompaña con un instrumento añade los acordes de manera discreta para no perturbar la oración; el instrumentista se asegura de ver y “practicar” todo esto en las horas o minutos previos a la celebración para evitar sorpresas que distraigan…

Lo más importante es crear un ambiente que favorezca la oración.

P.D.: Deseo aprovechar esta oportunidad para expresar mi agradecimiento a todas las músicas de la CND que me han precedido en esta misión litúrgica. ¡ALELUYA!