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Sobreviviendo la pandemia Covid-19

¡Oh, qué semana ha sido esta!… los relojes cambiaron una hora, la primavera que llega, una luna llena Y viernes 13. Rezaba para que la semana no fuera tan difícil como la pronosticaban. Dejaré que ustedes mismos la evalúen…

El viernes 13 de marzo recibimos la primera notificación semanal del presidente de nuestra universidad, a) la vida en el campus, tal como la conocíamos, estaba siendo cerrada; b) las clases y los exámenes estaban siendo movidos en línea. Para el martes siguiente (las cosas habían cambiado rápidamente) el centro deportivo y la biblioteca habían sido cerrados. El Centro de Capellanía de la UPEI alberga el banco de alimentos del campus, por lo que fue considerado “servicio esencial”. Desde entonces, mi ministerio como ministro del campus se transformó para responder a las necesidades temporales de nuestros estudiantes, en su mayoría internacionales que no pudieron regresar a su casa o encontrar trabajo temporal para ayudarse con su estadía aquí. Las Obras de misericordia corporales juegan un papel importante motivando mi oración y horario diario.

Las personas de la comunidad del campus y de los alrededores han sido muy generosas con donaciones financieras y de alimentos. La comunidad siempre ha apoyado nuestro banco de alimentos, pero esta crisis ha llamado a todas las personas a un compromiso más profundo con aquellas que no tienen alimentos, fondos, incluso fe. “Hermana, ¿qué necesita? Hermana, ¿cómo la puedo ayudar?” La necesidad es grande y también la respuesta.

Sigo los anuncios de las tiendas en línea. Comprar en cantidades grandes generalmente involucra conversaciones con el gerente de la tienda, debido al racionamiento de algunos alimentos y productos para el hogar. He sido bastante buena con las finanzas en las hojas de cálculo, pero he mejorado esta habilidad enormemente. Y no sabemos por cuánto tiempo.

Entonces, ¿cómo me mantengo bien? Siento que he sacrificado mucho – vida comunitaria y vida en el campus, los amigos y la familia, mi clase de gimnasia. Mi oración también ha cambiado y lucho para que no se convierta en algo “por hacer” junto con las tareas y las personas. Así que, camino. Me tropiezo con esto (pero no intencionalmente). Durante varios años, he tenido una relación irregular con mi FitBit, algunas veces fiel y otras veces no tanto. Me tomó una semana encontrar una rutina, pero desde entonces, mi caminata ha sido mi fundamento. En tiempos caóticos, donde la vida cambia tan regularmente, busco una hora (y ahora un poco más) para mis 10k pasos.

El aislamiento y el distanciamiento son desafíos. Así que empecé a hacer video clips cortos mientras caminaba. Siento que camino acompañada. Instagram los quiere de 60 segundos. Facebook y YouTube son más generosos. ¡“Caminar en fe” y “Sermones menores de 60”, ahora se encuentran en la lista de reproducción de YouTube de Susan Kidd CND! Los temas varían dependiendo de lo que recé esa mañana o lo que hice ese día. Tiendo a caminar al final del día. La ropa varía de acuerdo al clima, desde ¡sombreros/bufandas/guantes hasta sudaderas con capucha! ¡Espero con ansias las temperaturas cálidas de primavera!

Ahora que mis caminatas y charlas son “públicas”, las personas las ven y comentan. “Vi su caminata hermana”, “Así se hace hermana”, “Vamos hermana”. Así que cuando en un día he pasado demasiado tiempo ya sea en el comedor o en el sofá viendo Netflix, salgo a caminar – para mi propia satisfacción son 10k pasos y también como una manera de llegar a las personas que me siguen. ¡Estamos juntas en esto!