Tercer domingo de Adviento B: 17 de diciembre de 2023 “Alégrate siempre”
Estar alegre es una decisión… Podemos decidir quejarnos todo el tiempo. También podemos decidir estar alegres. Es sorprendente. Algunas veces nos decimos a nosotras mismas: “Yo no puedo elegir estar alegre”. ¡Pero sí lo hacemos! Nosotras somos las que decidimos. De lo contrario, San Pablo no nos diría “Alégrense siempre”. Estar siempre alegres es una buena decisión. Y cuando estamos alegres, llevamos alegría a los demás. Por eso, tenemos que trabajar para poder estar alegres. Pensemos, por un momento, en motivos para alegrarnos: podemos alegrarnos porque estamos conectadas a Dios, porque estamos en paz con nuestro único y generoso Padre.
Cristo es nuestro amigo porque tenemos fe. ¡Esa es una razón para estar alegres! Alegrémonos. ¿Alguna otra razón? Dios es siempre fiel. Aunque nosotras no seamos siempre fieles, Él nos sigue amando. También podemos alegrarnos porque Dios hace cosas maravillosas. Sí, Dios hace cosas maravillosas. Y Dios siempre se preocupa por los pobres y los oprimidos. ¡Esa también es una razón para alegrarse!
Estar alegre no siempre significa reír a carcajadas. Estar alegre significa principalmente estar presentes, en el ahora, en nuestro lugar, en paz con el Señor. La alegría y la paz van mano a mano. Recordemos las palabras de San Pablo: “Estén siempre alegres, oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos”.
Cuando se anuncia un nacimiento en nuestras familias, todos nos preparamos para acoger al nuevo bebé. En este tercer domingo de Adviento, a medio camino de la celebración de la Natividad, cada persona está invitada a preguntarse qué hace de manera concreta para que su corazón sea digno de acoger al Niño de Belén. Porque, acordémonos, la alegría que debe llenar nuestro corazón se encuentra en la alegría de Dios. Para que nuestra alegría sea real, el Señor debe tener un lugar y reflejarse en nuestras vidas.
“¡Alegrémonos, alegrémonos de verdad!”