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Ve, no te abandonaré:

Solo he cruzado el océano unas cuantas veces.
Sin embargo, mientras miro hacia este puente, recuerdo la cantidad de puentes que he cruzado.

Me tomo un momento para pensar en una mujer que cruzó el océano siete veces.
¿Por qué? “Para decirle al mundo que es amado”.

Sta. Marguerite Bourgeoys escuchó las palabras “Ve, no te abandonaré”.
¿Cuántas veces he cruzado para estrechar las diferencias entre yo misma y las demás personas?
¿Me arriesgo para encontrarme con los marginados, los pobres, los abandonados, los indígenas, los refugiados, la comunidad LGBTQ que a veces siento que están en el otro lado?
¿Llevo yo el mensaje de que son amados?
¿Hay momentos en que no me siento aceptada y necesito escuchar estas palabras, ya sea de mi voz interior o de la voz de alguien más?
“Con amor eterno te he amado, por eso prolongaré mi cariño hacia ti” (Jeremías 31:3).
Solo cuando sé que soy amada soy capaz de compartir ese amor con los demás.
“Ama a Dios y ama al prójimo como a ti misma” (Mateo 22:37:39)
Animada por las palabras de la Santísima Virgen María, Marguerite lo dio todo, sabiendo que nunca estaría sola.

“Siempre sentí que, además de todos los demás dones de la vida me quedaba otro recurso que Dios tuvo la bondad de concederme: la ayuda de la Santísima Virgen” (Little Book (Pequeño Libro) de Marguerite Bourgeoys).

¿Cuáles son las palabras que me animan a entregar mi vida y mi muerte como lo hizo Marguerite?

Escucho con todo mi ser a Dios que me habla: “Yo estoy contigo siempre hasta el fin de los tiempos”.

EL CRUCE HACIA EL OTRO LADO

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